Había una vez, en las afueras de un pueblo, un árbol enorme y hermoso que vivía regalando a los que se acercaban el frescor de su sombra, el aroma de sus flores y el increíble canto de los pájaros que anidaban en sus ramas.
Es verdad que no somos autosuficientes, pero es nuestro compromiso aprender a amar adultamente, comprender la diferencia entre pedir y exigir, aceptar que el otro puede no tener o no querer darnos lo que hoy necesitamos, y aprender la diferencia que existe entre renunciar y sacrificarse.
Pero otra cosa sucede con el amor nuestro de cada día. El amor que verdaderamente somos capaces de sentir y el que esperamos que otros puedan sentir por nosotros. Para bien y para mal, ese amor no es ningún sentimiento sublime e ilimitado.
Este apoyo incondicional, especialmente en momentos de crisis o incertidumbre, es un claro indicativo de amor verdadero.
Esto nos conduce a valorar el papel de la individualidad en el contexto de una relación de pareja. Girona señala que hay que encontrar un equilibrio saludable entre la individualidad y la vida en pareja y reconoce que se trata de un desafío constante.
Girona argumenta que el amor verdadero "implica buscar la satisfacción del otro, estableciendo así una premisa esencial de reciprocidad y compromiso mutuo".
Según John Gottman, un renombrado psicóemblem en relaciones, “el amor verdadero es una admiración profunda y respeto por la pareja que se manifiesta a largo plazo”
Para amar sin dependencia ni necesidad, hace falta valorarnos a nosotros mismos primero. Por tanto, no olvidemos lo siguiente, para decir “te quiero” primero debes saber decir “me quiero”. El amor propio y el conocimiento de uno mismo son las claves para generar relaciones saludables.
Se ajuste o no esta definición a la que anida en ti y determina tu forma de relacionarte, lo cierto es que conseguir no depender de los demás es, sin lugar a dudas, uno de los grandes desafíos de los que luchamos diariamente por una vida plena, es decir, de los que pretendemos ser felices; de los que sabemos que no declararse pendiente de la mirada del otro, de read more su aprobación o de su aplauso, tiene costos, y que estamos dispuestos a pagarlos, aunque no son para nada baratos.
La sorpresa, la intriga, el desconcierto… De pronto damos con alguien que nos atrae por muchos más aspectos que la mera apariencia. Hay una conexión temprana que rompe todos los patrones que hasta el momento habíamos vivido. Esa complicidad casi inmediata nos atrae y nos inquieta.
La pareja se alimenta de la diversidad y, para que esta exista, deben estar definidos los distintos espacios, intereses y tiempos. Debemos hacer saber a nuestra pareja que no dejamos de amarla ni de prestarle atención o tenerla en cuenta a pesar de que nos agrade tener tus espacios de soledad. Porque los espacios personales no son, ni deben ser, una amenaza para el otro.
La relación entre Elizabeth Bennet y el Sr. Darcy evoluciona de malentendidos y prejuicios a un amor profundo basado en el reconocimiento y la apreciación de las virtudes y defectos del otro.
Nada es verdadero hasta que nosotros mismos le damos autenticidad. Esto en el ámbito del amor se traduce en algo muy simple: en luchar por aquello que de verdad merece la pena, en darle valor a lo que enciende nuestro corazón.
La dependencia y el amor están tan reñidos que si les obligamos a coexistir, se destruyen. Nadie en la vida tiene la responsabilidad de completar lo que nos falta.
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